Kevin se cree el Tony Montana de la Costa del Sol, pero tiene menos luces que una liebre. El Colorao, su colega —que ya conoce el trullo—, ahora prefiere forrarse organizando timbas ilegales antes que seguir jugándosela en la calle. 
López, expolicía municipal reconvertido en gorila de alquiler, hace de todo menos reflexionar sobre su vida. 
Mati se acuesta con Kevin porque está muy bueno, no porque sea listo. Pero tiene unos abdominales de museo, y eso, al parecer, le compensa a la chica. 
El Donuts es un gordo fofo, que sobrevive a base de bollería industrial, palos de todo a cien y de la pensión de sus padres. 
Mendoza es policía local, pero está hasta las narices de su jefa, de su rutina y de su pareja, así que se busca la vida entre sábanas ajenas soñando con largarse lejos. 
Mayka y Laura bailan en El Heaven, un club donde el glamour brilla tanto como el poliéster barato. 
Manolo es un superviviente, tiene barba de puercoespín, muy mala leche y quiere jubilarse
Y por encima de todo este circo de perdedores con aspiraciones, está El Holandés: narco de verdad, dueño del Heaven y emperador de la ruta de las pastillas entre Málaga y Algeciras.
Y en medio de todo, una vieja caja fuerte. 
Llena de pasta. 
Y todos quieren un pedazo.
Spoiler: no va a acabar bien para nadie.